Los mayas muestran características somáticas que varían según las regiones; no existe un tipo físico maya uniforme y con un origen común. Había diferencias en la estatura de hasta más de siete centímetros entre los promedios de yucatecos y chontales; en el ángulo cefálico comparado entre yucatecos y tzotziles, muestra variantes de 9 para los varones y 11 para las mujeres. Las diferencias se notan en los rasgos faciales (caras anchas o angostas) y particularmente en los nasales (nariz chata o aguileña).
Todos estos factores demuestran la diferenciación que existía, y sigue existiendo, entre los grupos mayas; aunque también se muestran los rasgos comunes que éstos compartían con las demás poblaciones mesoamericanas. Por otra parte, el ojo rasgado, el pliegue epicántico que cubre el ángulo interno del ojo, el color de la piel, el cabello negro y lacio, la escasez de vello facial y la llamada mancha mongólica en la base de la columna vertebral son vestigios de la herencia dejada por el lejano antepasado asiático.
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