viernes, 3 de septiembre de 2010

Los Mayas

LA POBLACIÓN


Las investigaciones, tanto en el campo de la antropología física como de la lingüística, revelan que los mayas no constituían una población étnicamente homogénea, diferenciada de los demás grupos mesoamericanos, ni hablaban una lengua aislada del resto de las lenguas de dichos grupos. Hasta hace un tiempo se consideraba lo maya un fenómeno único en América y en el mundo. Los resultados de las investigaciones han ratificado una amplia zona de intercambio cultura con influencias recíprocas entre los grupos humanos.



Como toda la población del continente americano, los lejanos antepasados de los mayas vinieron de Asia a través del Estrecho de Bering. Las corrientes migratorias, que se sucedieron durante miles de años, se esparcieron por todo el continente hasta entonces desconocido para el hombre. Procedían de diferentes regiones asiáticas y hablaban distintos lenguas. Evolucionaron y se diferenciaron cada vez más; numerosos grupos se mezclaron hasta formar un verdadero mosaico de pueblos.
EL HOMBRE MAYA

Los mayas muestran características somáticas que varían según las regiones; no existe un tipo físico maya uniforme y con un origen común. Había diferencias en la estatura de hasta más de siete centímetros entre los promedios de yucatecos y chontales; en el ángulo cefálico comparado entre yucatecos y tzotziles, muestra variantes de 9 para los varones y 11 para las mujeres. Las diferencias se notan en los rasgos faciales (caras anchas o angostas) y particularmente en los nasales (nariz chata o aguileña).
Todos estos factores demuestran la diferenciación que existía, y sigue existiendo, entre los grupos mayas; aunque también se muestran los rasgos comunes que éstos compartían con las demás poblaciones mesoamericanas. Por otra parte, el ojo rasgado, el pliegue epicántico que cubre el ángulo interno del ojo, el color de la piel, el cabello negro y lacio, la escasez de vello facial y la llamada mancha mongólica en la base de la columna vertebral son vestigios de la herencia dejada por el lejano antepasado asiático.

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